Vaciador 34 fue un espacio autogestionado surgido dos años antes del 15-m y que cerró sus puertas después del confinamiento.
Lo más importante de Vaciador es que las identidades estaban a salvo. Algunas nacieron, otras se consolidaron e incluso algunas murieron en paz allá. En Vaciador se hacían fiestas. Y cenas para el barrio. Y tatuajes. Y conciertos. Y besos. Y risas. Y llantos.
Y se charlaba de lo que había ahí afuera, porque había un ahí afuera. Esto último quizá era lo más importante.
Todas las personas que compartimos momentos allí quedamos marcadas para siempre y, cuando la voracidad inmobiliaria demolió Vaciador, nos arrancó una parte de lo que éramos. Ahora somos otras personas. No mejores ni peores, pero lo que es seguro es que nos aburrimos más, lloramos peor y besamos distinto.
Este álbum es un homenaje a todas las personas que conformaron la historia de Vaciador. Y es un grito a cada persona que quiera escucharlo para que conformen su propio Vaciador en su barrio, con sus vecines, amigas, hermanos. Y después nos inviten. Larga vida a Vaciador.